miércoles, 1 de junio de 2011

La soledad imprecinidble


Para escribir es preciso defender a muerte la propia soledad .
Sólo se puede escribir desde el aislamiento y con la certeza de que uno no será interrumpido . Lo peor de todo es que, para hacerlo bien, un escritor debe autocondenarse al exilio de la vida real para sumergirse en un mundo propio. Esta soledad autoimpuesta ayuda a tomar distancia de las cosas para verlas en perspectiva. “Escribir es trabajo solitario, no se puede concebir el trabajo colectivo en la literatura” dice Juan Rulfo-“Esa soledad lo lleva a uno a convertirse en una especie de médium de cosas que uno mismo desconoce, pero sin saber que solamente el inconsciente o la intuición lo llevan a uno a crear y seguir creando“
Un escritor llega a absurdos como desear volver de un viaje para poder escribirlo, querer que acabe un momento feliz para poder plasmarlo en papel , concebir la vida solo luego de escrita. Cuando le preguntaron a Saúl Bellow cómo se sentía después de ganar el Premio Nobel, respondió: "No lo sé. Aún no escribí sobre eso."
Escribir no es tanto contar lo que nos pasa individualmente, sino lo que nos pasa en tanto hombres y mujeres.El escritor convierte lo singular en colectivo, a sabiendas de que por extraña que sea su historia, nunca será completamente ajena a la naturaleza humana, y que seguramente hará vibrar alguna fibra de otro que entenderá el relato. Entonces, desde la monotonía y uniformidad de la reclusión autoimpuesta, el escritor pega un salto hasta la sensibilidad de muchos otros.
“Escribir es el oficio más solitario del mundo, porque nadie puede ayudarle a uno a escribir lo que está escribiendo” , dice García Marquez. Es un trabajo duro y mal remunerado.Tal vez porque escribir es un pago en sí mismo.
Cuando uno escribe, se aísla del mundo. Nos exaspera que la realidad sea tanto más banal y chata que nuestra imaginación. Y de a poco uno se las va ingeniando para que todo en su vida se vaya anulando , terminando, suspendiendo...salvo la escritura.
Un escritor no encuentra tiempo para salir, para hacer deportes, para dormir, para conversar con amigos, para ir al cine o hacer compras. La escritura es lo primero.
Pero de alguna manera el escritor solitario logra burlar así su soledad, porque se está comunicando. Lo paradójico del caso es que escribimos para todos aquellos que estarían más dispuestos a leernos que a escucharnos.
Se escribe para pensar con el teclado, para encontrar un ámbito propio fuera de la crueldad y hostilidad de la vida real, para no volverse loco. El fin último de la escritura es el autodescubrimiento. Al descubrirse, el autor se crea a si mismo, se reinventa, desata facetas ocultas de sí mismo, crece en el proceso, y entra en una especie de diálogo con un lector imaginario que está esperando realizar exactamente el mismo proceso que él, pero al revés . A través de la lectura uno puede entrar en diálogo con escritores con posibilidades de comunicación mucho mayores que ninguna de las personas que él conoce personalmente.
Pero escribir no es un acto privado.“La cultura siempre se nos ha impuesto como un asunto intelectual, y el acto de leer se nos impuso como un acto solitario”, dice Arnold Weinstein.”La verdad es diferente: la literatura y el arte son caminos del sentimiento, nuestro encuentro con ellas es social y nos inscribe en una comunidad mayor, compuesta por nuestros seres amados y la comunidad de escritores de todos los tiempos. A través del arte descubrimos que no estamos solos.”
En palabras de Modesto Mussorsgy, escribir no es un fin en sí mismo, sino un medio para llegar a la humanidad. Y así vencer la soledad autoimpuesta.

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